Fiódor Dostoyevski, nacido en Moscú en 1821, es un nombre que pesa mucho en la literatura universal, sobre todo en la rusa, donde se le conoce como su principal representante. Después de sufrir la muerte de su madre y el alcoholismo de su padre durante su adolescencia, Dostoyevski entra en contacto con grandes de la literatura como Shakespeare y Victor Hugo, mientras estudia en la Escuela de Ingenieros Militares. Dos años después de la muerte de su madre, el padre de Fiódor muere, suceso que marcaría el resto de su vida, puesto que él se culpa por haber deseado esa muerte.
La epilepsia estuvo presente durante casi toda la vida de Dostoyevski, y también en la de varios de los personajes principales de sus novelas. Cuando terminó sus estudios de Ingeniería a los veintidós años, aún no había sido diagnosticado con esa enfermedad, pero ya la sufría desde los inicios de sus estudios (y continuaría hasta su muerte en 1881). En 1845, se retiró del ejército para dedicarse solo a escribir, pero luego de tener éxito con su primer libro (Pobres Gentes), las siguientes obras no recibieron buenas críticas, lo que lo deprimió y agravó sus ataques epilépticos que se habían vuelto más frecuentes luego de la publicación de su primera novela.
Luego de unirse al grupo liberal llamado Círculo Petrashevski, fue arrestado bajo el cargo de conspirar contra el zar Nicolás I, viéndose obligado a cumplir cinco años de trabajo en Siberia de 1849 a 1854, y luego otros cinco años como soldado raso en el ejército. Durante el tiempo que estuvo en el ejército, se casó con María Dmítrievna Isáyeva (1857) y obtuvo el permiso de seguir publicando sus obras al ser beneficiado por la amnistía emitida por el zar Alejandro II. En 1865, luego de la muerte de su esposa y de su hermano, empieza a escribir Crimen y Castigo.
No soy crítico literario, así que para esta publicación tan emblemática, acudí a un artículo de Universia sobre la misma. El artículo rescata al menos seis razones fuertes por las que deberíamos leer Crimen y Castigo. Entre ellas se encuentran:
- Se considera la obra maestra del mayor representante de la novela rusa. Es decir, si uno quiere hablar sobre la novela rusa, uno debe al menos haber leído Crimen y Castigo.
- Presenta un enfoque diferente del crimen (en relación a otras novelas de terror o policíacas): la culpa. El personaje, lejos de sentir el peso de la ley humana, se ve aplastado por sus propios remordimientos, juicios personales, moral interna y la acusación de unos principios y valores que, en un principio, intenta callar.
- Dostoievski expone una sensación del pánico única. Leer los pensamientos en los que el asesino se sumerge es algo intenso, escalofriante, revelador y, de alguna forma sutil, pero profunda; acusador.
Ahora, ¿qué sobre la historia? A eso vamos. Rodión Raskólnikov, un estudiante pobre, lejos de su familia (madre y hermana), se ve atormentado constantemente por su situación económica (muchos identificados en este punto). Como única salida a ese suplicio, empeña las pocas pertenencias de valor donde Aliona, vieja usurera. Ese ir y venir donde la usurera, le genera mayor frustración a Rodión, puesto que contempla con impotencia cómo, alguien que no representa mayor beneficio para los demás, ostenta una posición económica holgada y, valiéndose de la misma, se aprovecha de los demás, incluyendo a su propia hermana.
Para Raskólnikov, el mundo se divide en dos tipos de personas: quienes se someten a las leyes, aquellos que sirven solo para reproducirse; y a quienes les es permitido estar sobre las leyes, cometiendo crímenes por el bien de la sociedad. Rodión, para salir de la difícil situación económica en la que se encuentra, planea asesinar a la usurera y quedarse con su fortuna. Naturalmente, Raskólnikov se ubica a sí mismo en la categoría de seres superiores, por lo que justifica sus planes y se siente completamente decidido a llevarlos a cabo, esperando no tener ningún remordimiento después de eso.
Al final de la primera parte, de seis en las que se divide la novela, se comete el asesinato. A partir de la segunda parte, empieza una lucha interna en la que Rodión se cuestionará si en verdad es parte de los seres superiores, o es que deberá cargar con la culpa de la muerte de la vieja Aliona. La trama se vuelve más compleja con las indagaciones que realiza la policía, el involucramiento de un ex compañero de estudios de Rodión (quien se vuelve en compañero inseparable de este), la aparición de la familia de Raskólnikov, y de una prostituta que llevará al asesino a una reflexión más profunda de lo cometido, siendo la salvación el uno del otro.
No haré mención alguna de cómo termina la historia por no generar un spoiler, pero para mi gusto es la parte que no me termina de convencer. Eso ya es cuestión de gustos, pero me hubiese parecido mejor un destino diferente para el asesino. Sin embargo, no cabe duda que la novela en general es una obra maestra de la literatura y no puede quedar fuera de nuestras lecturas. Ahora, las frases que más me impactaron de la novela:
Es chocante que lo que más temor inspira a los hombres sea aquello que les aparta de sus costumbres. Sí, eso es lo que más los altera.
Todo esto son necedades se dijo, reconfortado . No había motivo para perder la cabeza. Un trastorno físico, sencillamente. Un vaso de cerveza, un trozo de galleta, y ya está firme el espíritu, y el pensamiento se aclara, y la voluntad renace. ¡Cuánta nimiedad!
Tenía unos cuarenta años, era gruesa y fuerte, de ojos oscuros, cejas negras y aspecto agradable. Mostraba esa bondad propia de las personas gruesas y perezosas y era exageradamente pudorosa.
Coge la pluma y pon tu nombre. En nuestros días, el dinero es la más dulce de las mieles.
Ni siquiera supo robar. Lo único que supo hacer fue matar. ¡Lo dicho: un principiante! Perdió la cabeza, y si no Lo han descubierto no Lo debe a su destreza, sino al azar.
¿Acaso no es cierto que lo que más le complacía de ella era su pobreza, pues lo mejor es casarse con una mujer pobre para poder dominarla y recordarle el bien que se le ha hecho?
Yo he renegado de la sociedad mil veces y luego he vuelto a ella a toda prisa... Te sentirás avergonzado de tu conducta y volverás al lado de tus semejantes.
No se ven más que desgracias, añadió inesperadamente, con ese aire especialmente grave que adoptan los niños cuando quieren hablar como las personas mayores.
Poletchka, yo me llamo Rodion. Nómbrame también alguna vez en tus oraciones... «Y también a tu siervo Rodion...» Basta con esto.
Toda mi vida rezaré por usted, respondió calurosamente la niña.
Dios nos ha enviado a este hombre, aunque lo haya sacado de una orgía. Se puede confiar en él, te lo aseguro.
Tú no puedes estimar a Lujine. Lo he visto, he hablado con él. Por lo tanto, te casas por interés, te vendes. De cualquier modo que la mires, tu decisión es una vileza. Me siento feliz de ver que todavía eres capaz de enrojecer.
Sabe pleitear, como es propio de un abogado, y cuando habla te hace bastante bien. Pero escribiendo es un iletrado, un ignorante.
Mi opinión es que los hombres pueden dividirse, en general y de acuerdo con el orden de la misma naturaleza, en dos categorías: una inferior, la de los individuos ordinarios, es decir, el rebaño cuya única misión es reproducir seres semejantes a ellos, y otra superior, la de los verdaderos hombres, que se complacen en dejar oír en su medio palabras nuevas.
Los verdaderos grandes hombres deben de experimentar, a mi entender, una gran tristeza en este mundo.
A mi juicio, usted, con todas sus cualidades, vale menos que el dedo meñique de esa desgraciada muchacha a la que ha arrojado usted la piedra.
El cabo de la vela estaba a punto de consumirse en el torcido candelero y expandía una luz mortecina por aquella mísera habitación donde un asesino y una prostituta se habían unido para leer el Libro Eterno.
¿Ha visto usted alguna vez una mariposa ante una bujía? Pues él girará incesantemente alrededor de mi persona como el insecto alrededor de la llama. La libertad ya no tendrá ningún encanto para él.
Era uno de esos innumerables pobres hombres, de esos testarudos ignorantes que se apasionan por cualquier tendencia de moda, para envilecerla y desacreditarla en seguida. Estos individuos ponen en ridículo todas las causas, aunque a veces se entregan a ellas con la mayor sinceridad.
Yo me digo a veces que si me casase, si me uniese a una mujer, legal o libremente, que eso poco importa, y pasara el tiempo sin que mi mujer tuviera un amante, se lo llevaría yo mismo y le diría: «Amiga mía, te amo de veras, pero lo que más me importa es merecer tu estimación.»
¡Señor! ¿Es posible que no exista la justicia aquí abajo? ¿A quién defenderás si no nos defiendes a nosotros...?
Lo que sucede..., sí, esto es..., lo que sucede es que soy orgulloso, envidioso, perverso, vil, rencoroso y..., para decirlo todo ya que he comenzado..., propenso a la locura.
Ya sabes, Sonia, que el alma y el pensamiento se ahogan en las habitaciones bajas y estrechas.
Entonces yo me preguntaba continuamente: "Ya que ves la estupidez de los demás, ¿por qué no buscas el modo de mostrarte más inteligente que ellos?"
Comprendí que esperar a que todo el mundo fuera inteligente suponía una gran pérdida de tiempo. Y después me convencí de que este momento no llegaría nunca, que los hombres no podían cambiar, que no estaba en manos de nadie hacerlos de otro modo. Intentarlo habría sido perder el tiempo.
¿Fue a la vieja a quien maté? No, me asesiné a mí mismo, no a ella, y me perdí para siempre... Fue el diablo el que mató a la vieja y no yo.
Con estos estúpidos trastornos provocados por una puesta de sol, se dijo malhumorado, es imposible no cometer alguna tontería. Uno se siente capaz de ir a confesárselo todo no sólo a Sonia, sino a Dunia.
Lo que quiero decirte es que ya no tengo necesidad de beber: tus palabras han bastado para emborracharme. Sí, Rodia, estoy embriagado, embriagado sin haber bebido...
Acababa de acordarse de estas palabras de Sonia: « Ve a la primera esquina, saluda a la gente, besa la tierra que has mancillado con tu crimen y di en voz alta, para que todo el mundo te oiga: "¡Soy un asesino!"»
¿Que quién es el asesino? Exclamó como no pudiendo dar crédito a sus oídos. ¡Usted, Rodion Romanovitch! Y añadió en voz baja y en un tono de profunda convicción: Usted es el asesino.
En Petersburgo hay mucha gente que va hablando sola por la calle. Uno se encuentra a cada paso con personas que están medio locas. No hay ningún otro lugar donde el alma humana se vea sometida a influencias tan sombrías y extrañas.
No creas que lloro: estas lágrimas son de alegría. Te aseguro que no estoy triste, sino muy contenta, y cuando lo estoy no puedo evitar que los ojos se me llenen de lágrimas. Desde la muerte de tu padre, las derramo por cualquier cosa...
Para huir de este deshonor estaba dispuesto a arrojarme al río, pero en el momento en que iba a hacerlo me dije que siempre me había considerado como un hombre fuerte y que un hombre fuerte no debe temer a la vergüenza.
El joven rechazó el vaso y, en voz baja y entrecortada, pero con toda claridad, hizo la siguiente declaración: Fui yo quien asesinó a hachazos, para robarles, a la vieja prestamista y a su hermana Lisbeth.
Me someto a la ética, pero no comprendo en modo alguno por qué es más glorioso bombardear una ciudad sitiada que asesinar a alguien a hachazos.
¿Por qué mi acto os ha parecido monstruoso? ¿Por qué es un crimen? ¿Qué quiere decir la palabra "crimen"? Tengo la conciencia tranquila.
Mortalmente pálida, se puso en pie de un salto y le miró, temblorosa. Pero al punto lo comprendió todo y una felicidad infinita centelleó en sus ojos. Sonia se dio cuenta de que Rodia la amaba: sí, no cabía duda. La amaba con amor infinito. El instante tan largamente esperado había llegado.
Para que no se pierdan de esta estupenda y genial novela, les dejo este enlace donde la pueden leer y/o descargar. ¡Felices lecturas!
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